La acuicultura es una de las prácticas más antiguas de producir alimentos que se conocen, puesto que su origen se remonta al año 3800 a.C. Existen referencias históricas sobre el cultivo de peces en las antiguas civilizaciones de China, Egipto, Babilonia y Grecia. Al igual que la agricultura y la ganadería, la acuicultura ha pasado por diversas fases de desarrollo. En Europa, tras una época dorada durante el Imperio Romano, prácticamente desapareció hasta la Edad Media, cuando la actividad del cultivo de peces fue retomada por monasterios y abadías para su propio consumo.
En España, la acuicultura moderna surgió en 1866, en los Jardines del Palacio de La Granja (Segovia), curioso lugar en el que se creó la primera piscifactoría moderna bajo el amparo real. Un año más tarde, se construyó el primer centro privado de acuicultura en el Monasterio de Piedra.
La actividad de cultivar organismos acuáticos (peces, moluscos y algas) se ha incrementado en los últimos 150 años y, en la actualidad, proporciona más de la cuarta parte de la pesca total en España – según los datos recogidos por el Observatorio Español de Acuicultura (OESA).
El crecimiento de la acuicultura es imparable. De hecho, se prevé que en el año 2030 sea la principal fuente de productos pesqueros en el mundo, puesto que es el sector productivo alimentario con mayor crecimiento: casi un 10% medio anual desde 1984. La acuicultura es también el sector que más se ha diversificado: se crían especies tanto de río como de mar en países de todo el planeta. A medida que la tecnología y los medios lo permiten, el número de especies cultivadas aumenta.

¿Por qué es vital el desarrollo de la acuicultura?
En los últimos años, el consumo de pescado a nivel mundial se ha disparado. No sólo porque las flotas pesqueras son más eficaces en las capturas, sino también por la concienciación creciente por parte de los consumidores de lo saludable que es comer pescado de forma regular. Un informe reciente de la Organización para la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) estima que, teniendo en cuenta el crecimiento de la población mundial, se necesitarán, sólo para mantener los actuales niveles de consumo, unos 40 millones de toneladas adicionales de pescado cada año durante las dos próximas décadas. Conseguirlo sólo será posible con la acuicultura.
La sobreexplotación de los caladeros, el aumento del consumo de productos pesqueros y la búsqueda de nuevos mercados, como el farmacológico o el energético, abren a este sector un futuro de gran potencial. Para ello, una gestión sostenible y respetuosa con el medio ambiente es fundamental.