En la actualidad, la actividad acuícola se centra en satisfacer las demandas alimentarias de los consumidores. Puesto que esa demanda aumenta cada año, también aumentan las especies que son cultivadas.
Los sistemas de producción son variados. Desde sistemas integrados en el propio medio acuático, hasta otros que recrean y controlan en una instalación las condiciones óptimas para la cría de peces. Cada especie tiene sus propias características, hasta el punto de que algunos cultivos reciben nombres propios: salmonicultura (cuando nos referimos a la cría de salmones), carpicultura (si hablamos de carpas), truticultura (en el caso de las truchas), etc.
Entre los sistemas integrados, está el cultivo de mejillones, almejas y ostras, que se realiza de forma directa en el mar, sobre fondos arenosos, en estructuras apoyadas en el fondo o flotantes. En España, el ejemplo más conocido son las bateas de las rías gallegas. En estos sistemas, los granjeros «siembran» a los animales y aprovechan las condiciones naturales favorables para su crecimiento.
En otras ocasiones, se aprovecha también el medio natural, pero con un mayor control. Las jaulas flotantes en el mar o en lagos mantienen a los peces en un recinto en el que se les aportan alimentos y se mantiene el crecimiento poblacional. Un buen ejemplo de ello es la truticultura, donde se emplean estanques y canales con corrientes de agua para reproducir el hábitat de las truchas.
En cuanto a los sistemas de producción que recrean las condiciones naturales de la cría, las granjas marinas son unos grandes acuarios aislados del entorno. Estas instalaciones disponen de la tecnología suficiente para hacer circular el agua y mantenerla en buenas condiciones, y para controlar el crecimiento de las especies de cultivo.
Existen también los denominados cultivos acuapónicos, que son un sistema de producción de vegetales y animales acuáticos de forma conjunta. El objetivo de la acuaponía es crear un ciclo en el que se aprovechan entre sí los diferentes elementos del cultivo. Básicamente, se trata de un método en el que las plantas crecen en una solución acuosa con nutrientes, en vez de hacerlo en tierra. Estos nutrientes son los residuos que generan los peces. Al utilizar los desechos como fertilizante natural, las plantas hacen de depurador del agua.
¿Cómo es la acuicultura en el mundo?
La FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) señala a Asia como la principal región acuícola del planeta. China es la responsable de cerca de las dos terceras partes de la producción mundial. India, Indonesia, Filipinas, Vietnam, Japón y Chile son otros países punteros.
En España, cerca del 30% de las capturas anuales proceden ya de la acuicultura, con unos volúmenes cercanos a las 343.000 toneladas anuales, de las que el 80% corresponde al mejillón (270.000 t/año); le siguen la lubina (21.000 t/año), la dorada (13.000 t/año) y la trucha arco iris (12.500 t/año). Esta producción genera un valor de 450 millones de euros para un sector que cuenta con cerca de 18.000 personas empleadas (la mayoría de ellas autónomas).
Estos datos, proporcionados por el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, confirman que el sector acuícola es esencial para asegurar el crecimiento sostenible de la pesca y de la economía azul.